souffleurkasten

freak abend in Berlin

Posted in berlin, teatro by Antonio on julio 1, 2010

Anoche se me cambiaron los planos, lo que parecía ser una tarde clásica viendo la versión de Peymann de Frühlings Erwache (Franz Wedekind) en el Berliner Ensemble, se convirtió en una divertidísima tarde en la Völksbühne am Rosa-Luxemburg-Platz (otrora teatro de Piscator y ahora de Castorf). Fui a la Abendkasse después de clase pero esta vez no tuve suerte y como estaba todo vendido pues cogí una combinación de S-Bahn y U-Bahn contra-reloj para llegar al corazón “comunista” de Berlín. Allí me esperaba JOHNNY CHICAGO la última obra de Jakob Hein y dirigida por Jochen Freydank. En el reparto, a parte de Hein como Johnny Chicago, estaban Kurt Krömer (el entrevistador) e Inka Löwendorf (Kai y el personaje comodín).

JOHNNY CHICAGO es una obra que seguro que no la programarían en España, bueno que quizás solo la pondría en escena La Romea o el Lliure, el resto de programadores lo vería como algo entre ofensivo y provocador. Combinando elementos de Kabarett, estética sesentera, música en directo y recursos propios de los medias, esta obra es una oda al kitsch, a la caspa televisiva, a los frikis y al mal gusto cultural. Son dos horas de no parar de reír por todo lo que sucede en el grandísimo escenario de Rosa-Luxemburg-Platz. La Völksbühne llena y cómplice de Hein, se transformaba en un gigantesco plató de televisión donde el espectador hace las veces de público invitado existiendo toda una serie de códigos propios para guiarle a través de la obra. El primero es el uso de cinco pantallas de video a tiempo real, que dan la perspectiva televisiva aunque el espectador puede elegir también -y es lo que solemos hacer la mayoría- ver la escena, aunque hay momentos (como el afeitado de Hitler) en el que estás obligado por la ubicación a ver la pantalla y lo que ellos te muestran. Esto se complementaba con el uso de una iluminación espectacular (calculo que rondaban los 150 o 250 focos, con más de 20 cabezas móviles, iluminación de estudio, etc.), y una gestualidad kitsch y macarra. La historia de Johhny Chicago es sencilla: En un formato de Talkshow llamado „Unsere Stars von gestern“ (Nuestras estrellas de ayer), inspirado en el programa de la MDR “Riverboat”, que era uno de los programas favoritos de la DDR, basados en entrevistar a personajillos “zombies”. Y así, Krämer es el presentador que entrevista a un tipo grosero, retro, casposo y con aires de Leonardo Dantés (coño cantaba en un estilo parecido), llamado Johnny Chicago. Viene a presentar su “Schlager CD” -música kitsch, pero que todos acabamos cantando y bailando con los brazos-, aunque Krömer no le deja en ningún momento, pues está ahí para explotar otra faceta: ¡Tiene diez mil años! Chicago es humillado en el programa una vez tras otra, y se queja que al programa solo le interesa su pasado, y que el quiere hablar de su presente. Pero no nos engañemos, todos quieren (queremos) saber como fue su vida, y Krämer le obliga a recordar -en forma de sketch- sus experiencias con Jesús -aprovechándose de él para tener vino gratis-, como bufón en la Edad Media, o como barbero de Hitler (fabulosa, pues evidentemente fue él quien le hizo el corte del bigotito… Pero por si esto no fuese poco está Kai, que es la sexy assistant (y de paso todos los personajes históricos) quien es humillada constantemente por el presentador y por Johnny. Todo va bien, y la becaria aguanta hasta que el jefe le toca el culo y Johnny no quiere beberse el agua que ha pedido toda la noche. Para mi ese es uno de los mejores momentos. Se vuelve loca, los insulta, les pega, y hasta les quita las pelucas… El momento es delirante, y las cuatrocientas personas de sala no podíamos parar de reír. A partir de hay la obra entra en un continuo desfase, sin organización porque Kai se ha ido y las cosas van a peor. Tanto que se el deja cantar a Johnny. Todo se va desmontando y la escena es desoladora, con la escena vacía Johnny tiene que buscar una nueva vida para prosperar.

Moraleja: La fama es efímera y se demuestra trabajando, lo pasado pasado está y sino te convertirás en un “ewigfreak”. En fin que han sido 6€ muy, muy bien invertidos y que me lo pasé fenomenal. Me encanta este teatro y su lenguaje joven y descarado. Provocar al público, transgredir lo políticamente correcto y tocar los huevos. De eso se trata, ¿no? Me reitero, quiero una Völksbühne en España, ya!!!